domingo, 26 de junio de 2011

SOMOS POR VOSOTROS

Al grito de: “sin nosotros no sois nada”, los indignados del 15M han cumplido la cuarentena en las plazas y calles de nuestro País. Estos días se están planteando un debate alternativo al debate del estado de la Nación que se celebrará los próximos días 29 y 30 de junio.(más información pinchar)
Durante estos cuarenta días me he quedado sin palabras, debo deciros que a pesar de la preocupación que me causaron los resultados del 22M, más me ha impresionado el movimiento del 15M. Ver plasmado el divorcio entre la política o las/os políticos y parte de la sociedad me ha producido una sensación de fracaso de lo que llamamos democracia representativa de la que yo he formado parte activa en los últimos años.
La deriva que las acampadas, sobre todo ante los parlamentos, y la violencia de algunas de ellas (absolutamente reprochables e injustificables), no pueden servir de cortina de humo para no ver y valorar las razones que están detrás del hartazgo de la ciudadanía, que es mucho más amplio en cuanto a número de personas que el que vemos en manifestaciones y concentraciones. Una de esas tentaciones es la de comparar "la legitimidad democrática" de los representantes de la soberanía popular y la de las/os“indignados”. Es evidente que es necesario el funcionamiento del tanden democracia representativa-democracia participativa, de ser así la ciudadanía no cuestionaría la soberanía popular y entendería, que a pesar de no ser perfecta, la democracia es la menos mala de las formas de gobierno. Una crisis de legitimidad puede afectar a la calidad del sistema y a cuestionarlo o quebrantarlo (Linz). Tampoco debemos confundirnos con “la eficacia democrática” que corresponde al rendimiento del sistema democrático, lo que para Dahl es la capacidad de los gobiernos para resolver los problemas básicos o lo que la ciudadanía considera como la necesidad de resolver los problemas de mayor importancia. Cuando la democracia es menos eficaz produce insatisfacción y descontento político y podría llevar (como es el caso) a que los ciudadános evaluaran a los que les representamos en los parlamentos y en las instituciones así como el resultado de nuestro trabajo, y no solo en forma de papeleta electoral, también a través de todas las formas de participación posible.
Hay por lo tanto que explorar todas las posibilidades de en el marco de nuestra democracia para que se oiga a la ciudadanía no solo cada cuatro años. Es urgente buscar cauces de participación que acerquen ambas formas de democracia, la representativa y la participativa(más información pinchar aquí). La legitimidad democrática la tendremos en tanto que creamos firmemente que somos en tanto que somos voz de la ciudadanía, que somos por vosotros y por vosotras.